

Hay numerosos estudios que apuntan que los niños no desayunan tienen una menor sensación de saciedad y un mayor apetito que les lleva a ingerir raciones mayores en la comida del mediodía. Es decir, esos estudios sugieren que saltarse el desayuno podría conllevar un mayor riesgo de obesidad entre la población infantil. Además, otros estudios han demostrado que desayunar mejora la memoria a corto plazo, reduce el estrés y aumenta la concentración, es decir, mejora el rendimiento intelectual.
Sin embargo, algunos niños (y no tan niños) se levantan con “el estómago cerrado” y no pueden comer nada hasta pasado un rato. ¿Es esto preocupante? En absoluto. Nunca hay que forzar una ingesta, hay que desayunar en función del hambre y la sensación de saciedad. Nada de chantajes, obligar a comer genera rechazo. Por otro lado, es importante tener en cuanta que el desayuno puede ser un momento de encuentro y que los niños siempre imitan nuestros actos. Seamos un ejemplo para ellos. Es preferible levantarse un rato antes y tener tranquilidad para sentarse en la mesa a desayunar juntos con calma.
¿El desayuno tiene que contener necesariamente la combinación lácteo+cereal+fruta? Pues no, las combinaciones son infinitas, se puede desayunar cualquier alimento que sea sano:
En cuanto a la leche…
Es un buen alimento, mejor si es entera. Si existe sobrepeso puede ser semidesnatada a partir de 2-3 años. ¿Y si no quiere leche? Podemos ofrecer yogur natural o queso fresco. Hay otros alimentos con alto contenido en calcio: garbanzos, alubias, almendras, avellanas, sardinas en lata (con su raspa), yema de huevo, brécol, espinacas, acelgas…
El lácteo no puede ser sustituido por las bebidas vegetales de soja, almendras, avena, arroz, quinoa, chufas porque distan bastante de aportar los nutrientes que contiene la leche. De entre ellas, la bebida de soja, por su contenido en proteínas, es la más parecida a la leche. Sin embargo, hay que fijarse bien en su composición, ya que algunas tienen hasta un 10% de azúcar añadido. Por este mismo motivo, el lácteo tampoco puede ser sustituido batidos, yogures líquidos, natillas u otros lácteos que contiene más azúcar.
El cacao en polvo puede llegar a tener hasta un 85% de azúcar. ¿Por qué no la leche blanca? No lo compres, si no lo vemos, no lo consumimos.
En cuanto a los cereales…
Los cereales “de desayuno” comerciales, galletas, pan de molde, bollería (cruasán, palmera, donuts, magdalenas…) llevan azúcar, sal y grasas malas (saturadas y trans). El bizcocho casero también es bollería, aunque se puede hacer con aceite de oliva, harina integral y menos azúcar.
Algunos países, como Chile, se han puesto en marcha para regular el etiquetado y la publicidad de alimentos como instrumento contra la obesidad. La idea es simplificar la imagen de los envases de los productos alimenticios para que el consumidor pueda tomar decisiones informadas. En este sentido, todos los productos altos en calorías, azúcares, sodio y grasas saturadas, deberán informar claramente sobre ello en la carátula del envase. En la imagen puede verse el aspecto de una caja de cereales en España y en Chile, una vez aplicada la nueva normativa. El diseño es mucho más sobrio y la información mucho más clara, lo que ayuda a tomar decisiones basadas en el contenido nutricional y no tan influenciadas por el márketing comercial.
Por otro lado, no hay que olvidar que el pan, la avena, el arroz y la pasta también son cereales. Recuerda que, si son integrales, mucho mejor.
En cuanto a la fruta…
La fruta mejor entera, con todo su contenido en fibra, fresca, madura, de temporada y local. No es lo mismo beber un zumo, por muy natural que sea, que comer una fruta. Aunque el zumo sea “sin azúcar añadido”, al exprimir la fruta le hemos quitado la pulpa y, con ella, casi toda la fibra que contiene la fruta. Muy importante: los zumos envasados no son fruta, son refrescos.
Y ¿qué fruta? Cualquiera: 1 porción de sandía o melón, manzana, pera, aguacate, kiwi, ciruela, albaricoque, uvas, fresas… Prueba a combinar la fruta fresca con yogur natural, está riquísimo. Pero no, el yogur con frutas, no es lo mismo. Y ya no digamos el yogur con mermelada de frutas… Porque no, la mermelada no cuenta como ración de fruta…
Una buena combinación… Una tostada de pan integral con aceite de oliva virgen extra y tomate fresco triturado. Puedes añadirle, por ejemplo, queso fresco… Échale imaginación…
En algunas casas existe la costumbre de desayunar lo que ha sobrado de la cena: lentejas, verduras, tortilla, salmón, pollo, arroz… ¿Cuál es el problema? Ninguno. No es tan importante qué se coma en una ocasión; lo importante es qué comemos en total de forma habitual.
¿Y si, a pesar de todo, tu hijo no quiere desayunar? Sería recomendable que almorzase algo antes de la comida. No un zumo envasado, un batido, ni galletas… Ya hemos visto que esos productos no son recomendables en ningún momento del día. Opta mejor por una fruta, un bocadillo con tomate, aguacate, queso, jamón, tortilla…
Recuerda que se puede, pero no se debe, comer de todo. Paciencia, imaginación y mucho cariño. Cada niño y cada persona somos diferentes, no tiene por qué gustarnos lo mismo.